miércoles, 2 de abril de 2008

En la sombra de la cultura el vientre todavia palpita.

La cultura crea los géneros, los roles, los arquetipos de lo que se supone que es un hombre y de lo que es una mujer; los géneros echan raíces en el inconsciente y crecen modelando emociones, sentimientos, ideas, anhelos y proyectos... Pero a pesar de todo, los cuerpos siguen ahí con su sabiduría filogenética, permanentemente tratando de escapar y de resistirse a las normas sociales y a la presión sobre el inconsciente del orden simbólico establecido... Gracias a la maternidad, los cuerpos de las mujeres producen tormentas y maremotos que conmueven los cimientos de los géneros y de toda la cultura de la femeneidad patriarcal. La maternidad en muchas o en algunas mujeres consigue romper las corazas psicosomáticas que impiden la expansión de todo un campo de erotización femenina.
La función masculina no tiene nada que perder desvinculándose del nombre del 'padre'; sólo desvincularse de todo el sufrimiento infligido durante milenios por los padres a l@s hij@s y a las mujeres. La función masculina no es hacer de madre sino garantizar que a ninguna criatura le falte la madre.

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La mujer se encuentra desde el principio sin una forma propia de existir,
como si el existir de la mujer se hallase ya incluido en una forma de existencia que la niegan en cuanto a mujer.... Esta negación de sí misma es interiorizada a niveles tan profundos que es como si las mujeres, a lo largo de toda su historia no hiciesen más que repetir esta experiencia de autodestrucción.





Le@ Más. http://www.casildarodriganez.org/orales7.php

1 comentario:

Monica Jardin dijo...

buenos textos !!!!

saludos